Sunday readings come in three cycles: A, B, and C. Sundays also have 3 readings, the first reading is from the Old Testament, the second is ordinarily from one of the Epistles or Letters of the New Testament. The third reading is the Gospel. Matthew is read on year A, Mark on year B, and Luke on year C. John's Gospel comes at various times in each liturgical year: on Advent and Lent Sundays and in some readings of year B. Sunday readings are typically posted along with obligatory Mass days.
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Saturday, October 24, 2015
30th Sunday in Ordinary Time
3 comments:
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Responsorial Psalm (Psalm 126) (Verses 1–6)
ReplyDeleteThe response is: The Lord has done great things for us; we are filled with joy.
When the Lord brought back the exiles to Zion, we were like those moving in a dream. Then our mouths were filled with laughter, and our tongues with songs of joy.
Among the nations it was said, "The Lord has done great things for them." The Lord had done great things for us, and we were glad indeed.
Bring back our exiles, O Lord, like fresh streams in the desert. Those who sow in tears will reap with songs and shouts of joy.
They went forth weeping, bearing the seeds for sowing, they will come home with joyful shouts, bringing their harvested sheaves.
This responsorial psalm is taken from the Catholic Pastoral Edition Bible.
DeletePrimera Lectura (Jeremías 31: 7–9)
ReplyDeleteUna lectura del libro del profeta Jeremías.
Y añade Yahvé: ¡Vitoreen con alegría a Jacob, aclamen a la primera de las naciones! Háganse escuchar, celébrenlo y publíquenlo: “¡Yahvé ha salvado a su pueblo, al resto de Israel!” Miren cómo los traigo del país del norte, y cómo los junto de los extremos del mundo. Están todos, ciegos y cojos, mujeres encinta y con hijos, y forman una multitud que vuelve para acá. Partieron en medio de lágrimas, pero los hago regresar contentos; los voy a llevar a los arroyos por un camino plano para que nadie se caiga. Pues he llegado a ser un padre para Israel y Efraím es mi primogénito.
Salmo responsorial (Salmo 126) (Versículos 1–6)
La respuesta es: El Señor ha hecho grandes cosas por nosotros.
• Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía que soñábamos: nuestra boca se llenó de risas y nuestros labios, de canciones. Hasta los mismos paganos decían: “¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!”
• ¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría!
• ¡Cambia, Señor, nuestra suerte como los torrentes del desierto! Los que siembran entre lágrimas cosecharán entre canciones.
• El sembrador va llorando cuando esparce la semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas.
Segunda Lectura (Hebreos 5: 1–6)
Una lectura de la carta de San Pablo a los Hebreos.
Todo sumo sacerdote es tomado de entre los hombres y los representa en las cosas de Dios; por eso ofrece dones y sacrificios por el pecado. Es capaz de comprender a los ignorantes y a los extraviados, pues también lleva el peso de su propia debilidad; por esta razón debe ofrecer sacrificios por sus propios pecados al igual que por los del pueblo. Nadie se apropia esta dignidad, sino que debe ser llamado por Dios, como lo fue Aarón. Y tampoco Cristo se atribuyó la dignidad de sumo sacerdote, sino que se la otorgó aquel que dice: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. Y en otro lugar se dijo: Tú eres sacerdote para siempre a semejanza de Melquisedec.
Evangelio (Marcos 10: 46–52)
Una lectura del Evangelio Santo según San Marcos.
Llegaron a Jericó. Al salir Jesús de allí con sus discípulos y con bastante más gente, un ciego que pedía limosna se encontraba a la orilla del camino. Se llamaba Bartimeo (hijo de Timeo). Al enterarse de que era Jesús de Nazaret el que pasaba, empezó a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!” Muchas personas trataban de hacerlo callar. Pero él gritaba con más fuerza: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!” Jesús se detuvo y dijo: “Llámenlo.” Llamaron, pues, al ciego diciéndole: “Vamos, levántate, que te está llamando.” él, arrojando su manto, se puso en pie de un salto y se acercó a Jesús. Jesús le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego respondió: “Maestro, que vea.” Entonces Jesús le dijo: “Puedes irte, tu fe te ha salvado.” Y al instante pudo ver y siguió a Jesús por el camino.